Puntualizamos algún mensaje que quizá no quedó claro en la entrevista o que la periodista no pudo plasmar por las limitaciones en el espacio dedicado a nuestro proyecto social:
"... creemos que hoy en nuestro país el asistencialismo es necesario, pues asistir las necesidades básicas de tantas familias (también en los barrios) que pasan necesidad, evitar que pasen hambre, y ayudarlas económicamente cuando no pueden por sí mismas y no hay otra forma de salir adelante, es imprescindible, para mitigar los efectos de la dura crisis que sufrimos todos, pero especialmente las personas más vulnerables de nuestra sociedad.
Sin embargo Fenollera creemos en intentar desarrollar un modelo social "transformador" que busca la dignidad de la persona, la recuperación de la autoestima, el desarrollo personal y familiar a través de la formación y del trabajo, y en combinación con una acción social educativa y regeneradora de la persona.
El colectivo con el que trabajamos necesita de herramientas diferentes a las habituales si queremos realmente acabar a largo plazo con la pobreza que sufren, y para ello es imprescindible crear empresas de reinserción laboral y desarrollar una formación encaminada a opciones reales de trabajo generadas desde las propias empresas,... Creemos en el desarrollo de un modelo económico-social para los pobres que les ayude a desarrollar sus empresas (a esto llamamos la Fábrica de Cañas) que sean oportunidades de desarrollo económico familiar y comunitario viables y sostenibles. En este sentido en Fenollera tenemos ideas que podrían conseguir resultados
esperanzadores, y no solo hablamos de la Cooperativa Miguel Fenollera, que aún está lejos de ser una Cooperativa rentable que asegure el empleo de sus socios, sino de otros proyectos empresariales 'sociales' que podrían ser alternativas muy diferentes a las que hasta ahora se vienen realizando en muchos barrios de nuestro país con personas que sufren pobreza."
Artículo La Tribuna 12 de Enero de 2014:
A.M. | ALBACETE amartinez@latribunadealbacete.es
Los entresijos de la asociación Miguel Fenollera son como un móvil artesanal del que penden numerosos cristales de colores, a través de los cuales se ve la esperanza y la ilusión.
La esperanza de acabar con la pobreza en los barrios de La Estrella y La Milagrosa, pero no sólo la económica, sino también la educativa y la cultural (no confundir con la étnica), pobrezas que les impiden tener una visión a medio plazo, medir las consecuencias futuras de una conducta incorrecta e integrarse
y relacionarse con el resto de la capital...
Y la ilusión por superar un problema económico que ha metido a Miguel Fenollera en un agujero, del que espera salir en un plazo de cinco años gracias a los préstamos realizados por una veintena de colaboradores
privados.
Una falta de liquidez que se ha llevado por delante a cuatro de los 10 trabajadores que tenía el equipo técnico de la asociación. Asimismo -y de momento-, se han suspendido los campus de fútbol y de baloncesto y las acampadas mensuales que realizaba el grupo scout, que han sido sustituidas por fines de semana que se llevan a cabo en centros y colegios de ambos barrios. Hasta ahora ya se han realizado dos de estos fines de semana con competiciones deportivas, fiestas de Hallowen y juegos muy divertidos.Con estas dos medidas, la asociación Miguel Fenollera espera superar los dos próximos años -que entiende más críticos-, para poder iniciar un ascenso hacia sus aspiraciones, que no son otras que acabar con el vicioso círculo de la pobreza a través de la creación de una Fábrica de Cañas, un proyecto a largo plazo en el que quiere implicar e involucrar a los vecinos de ambas barriadas para que sean ellos mismos, con las herramientas adecuadas, los que puedan salir de la pobreza.
El presidente de la asociación Miguel Fenollera, Javier López-Fando lo tiene bastante claro: no basta
con proporcionarles la caña para que pesquen los peces, hay que ir más allá y crear esa Fábrica de Cañas,
a partir de la cual empiecen a ser realidad una serie de estructuras empresariales de formación y reinserción
laboral como, por ejemplo, un vivero de microempresas; una ETT sin ánimo de lucro para trabajadores
del campo; un economato para los asociados; huertos para jóvenes…, «y todo ello -subraya López-
Fando- con la implicación de los vecinos, porque sin ellos no será posible la transformación de estos barrios».
LA IMPLICACIÓN. Precisamente esta particularidad es la que Miguel Fenollera no pierde de vista: la participación e implicación de la gente que vive en los barrios, pues entiende que es la única fórmula con la
que pueden funcionar bien los proyectos que les pueden permitir salir de la pobreza y vivir con dignidad.
Y con este objetivo empezó todo hace cinco años: con la realización de aquellas actividades de ocio y
tiempo libre que proponían niños y jóvenes a través del club de baloncesto y del grupo scout, gérmenes
de la asociación.
Según López-Fando, el grupo scout se creó para introducir en ambas barriadas los valores del escultismo,
mientras que la estructur adeportiva de baloncesto se fundó con la intención de crear posteriormente un club. Ambas iniciativas compartían -y comparten- un objetivo común: evitar el consumo de drogas y las conductas delictivas que, por lo general, se registran en poblaciones que tienen más riesgo de lo habitual. ¿Cómo hacerlo? Mediante una oferta rica y divertida con la que menores y adolescentes pudieran desviarse por decisión propia del consumo de drogas y de delinquir desde muy temprana edad.
Sin embargo, conociendo a los niños y a los jóvenes que empezaron a hacer crecer a Miguel Fenollera,
técnicos y monitores se dieron cuenta del alcance que tiene la pobreza en estos barrios y de la necesidad
de poner coto a los dramas familiares que se viven a diario dentro de sus hogares. «Nos dimos cuenta
de que podíamos hacer muchas más cosas con poco que supiéramos aprovechar los pocos recursos
de los que disponíamos».
Fue así como hace tres años se decidió desarrollar un modelo de transformación de los barrios creando, en primer lugar, el empleo necesario para que sus familias se ganen la vida dignamente. La otra pata de este dolmen fue basar toda la acción de Miguel Fenollera en la participación de los vecinos: «Uno de nuestros grandes logros es que no hacemos nada sin contar con ellos», matiza Javier López-Fando, quien destaca, a modo de ejemplo, que de los 66 voluntarios con los que cuenta la asociación, 47 tienen un nivel de compromiso «muy alto» y, de éstos, 34 son padres, madres, tíos y chavales de los propios barrios, «muy comprometidos con Miguel Fenollera». A partir de ese reto de acabar con la pobreza, la asociación comenzó a trabajar en un programa para jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 25 años, cuyo trabajo consiste en fomentar una formación orientada a la búsqueda de empleo. De forma
casi paralela nacía también el programa Familia, orientado a evitar los desahucios y a conceder pequeños
préstamos para necesidades urgentes y básicas.
López-Fando dice sentirse muy orgulloso de tres mujeres del barrio, «excluidas tecnológicas», que tras
su formación y su esfuerzo están trabajando en la cooperativa Miguel Fenollera, manejando varios programas informáticos con mucha soltura. Precisamente, otro proyecto muy importante que puso en marcha esta asociación ha sido su cooperativa sin ánimo de lucro, una empresa de reinserción laboral que tiene que ser «sostenible y viable» pero que tiene problemas de productividad por el colectivo con el que trabaja: «El objetivo de la cooperativa -aclara Fando- va enfocado al desarrollo de las capacidades laborales, las conductas y los comportamientos de los trabajadores y a intentar mejorar la situación socio económica de las familias».
Para un futuro a corto plazo, la asociación no descarta poder desarrollar algún que otro proyecto nuevo,
aunque todo está sujeto a este plan de viabilidad de cinco años, a través del cual tienen que devolver
los préstamos concedidos. «Todas las actividades que realizábamos con los chavales no las podremos
hacer, ni los campus de fútbol y baloncesto ni las acampadas mensuales, unas actividades que no eran caprichosas sino que tienen un objetivo educativo muy concreto, pues con ellas se alienta a los niños y jóvenes a acudir al colegio o a que se porten bien».
De momento, Miguel Fenollera seguirá programando actividades deportivas y de ocio y tiempo libre
un fin de semana cada mes, a la espera de que las aguas vuelvan a su cauce y los futuros pescadores puedan
fabricarse sus cañas con las que poder llevar comida a sus familias.
Pies de foto:
Un ocio divertido y saludable.
Desde 2008, la asociación Miguel Fenollera ofrece actividades de ocio y tiempo libre a los niños y jóvenes de los barrios de La Estrella y La Milagrosa, a través de los clubes deportivos y del grupo scout. Actividades que en los dos últimos años no han recibido ayuda alguna, lo que ha impedido a Fenollera
seguir con ellas en el curso 2013-2014. No obstante, la diversión, la salud y el ocio de los menores de ambas barriadas es lo más importante para esta asociación, cuyo voluntariado consigue, con una labor
excelente, alejar a estos niños por unas horas de la pobreza en la que viven. / A.M.F.
Su reto es crear un vivero de empresas, una ETT para el campo y un economato
«La dignidad la devuelve que les puedas dar de comer a tus hijos»
El presidente de la asociación Miguel Fenollera no sabe hasta qué punto la acción de esta asociación está incidiendo en los barrios de La Estrella y La Milagrosa, porque «la lucha contra la pobreza es a largo plazo; pero es cierto que vemos puntos de esperanza y experiencias muy positivas que nos animan a seguir hacia adelante». Para Javier López-Fando, el trabajo es fundamental para que estas familias puedan salir del atolladero de la miseria: «La dignidad la devuelve que les puedas dar de comer a tus hijos, y esto es lo que impide el asistencialismo; no se consigue nada concediendo ayudas económicas temporales porque
no se forman, no adquieren hábitos... Lo único que hacen es mal acostumbrarlos».
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